Entrando al despacho de un psicoterapeuta entra a un espacio diferente, donde al escenario sale su mundo interior. La presencia de unos límites muy claros de este espacio es la garantía de una inmersión eficaz. Estos límites son lo que se llama setting. Abarcan el tiempo, el lugar, la regularidad, el precio, el esquema generalizado de las sesiones. Es muy importante que el espacio sea neutro, libre de estímulos adicionales y “anclas” (conexiones que creamos inconcientemente con las imágenes, sonidos, olores).
Una vez tuve un cliente que al que costaba mucho aguantar los límites del tiempo que le ponía. Hablando de las razones porque le tengo que dejar el tiempo más flexible, me dijo que la psicoterapia en su visión es un don, cómo la música o poesía y depende de la inspiración. Este argumento fue un gran regalo para mí, porque me sirvió para ofrecerle una buena metáfora: Tanto la música como la poesía se basan en una carcasa casi matemática. Esto es precisamente lo que da espacio para expresar de la mejor manera el impulso espiritual, los sentimientos, la inspiración. La “magia” de la psicoterapia de manera similar puede suceder solo dentro de unos limites, sin ellos evapora y se convierte en cacofonía.
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